Alfred Hitchcock dijo una vez que “el cine que no es un trozo de vida, es un pedazo de pastel”. Tomemos pues que cada artista recibe una tarta al inicio de su carrera, algunos la devoran rápido, a otros se las quitan de sus manos, a unos pocos se les cae sin querer y alguno se cansa de ella. Cuando alguno decide volarse la tarta en la cabeza o reventarla en un accidente de moto, se convierte en un mito. Supongo que en cierta medida los mitos son útiles, son símbolos que represan algo. Una suerte de religión moderna. Los mitos nacen de la nada o se construyen poco a poco y con mucho marketing. Cuando muere un mito la gente llora, sale a la calle, enciende velas, canta sus canciones o ve sus películas. Ya no hay tartas de esa clase, pero no todos los mitos están muertos.
El retiro, el destierro forzado, el emocional, el olvido… la muerte artística en vida, o en el mejor de los casos (o el peor) el fracaso. Es duro ver caer mitos, pero todos caen, caen o se les pasa su momento. Es duro ser Mick Jagger toda la vida, más doloroso deber ser olvidar cómo serlo.
Hace unos meses Diego Manrique escribía en El País sobre la desaparición de David Bowie de la escena musical. El Duque Blanco no está, no está o se ha olvidado de estar. Su último disco, “Reality”, data de 2003. Son siete años de silencio discográfico, son pocos los artistas que han superado un “descanso” tan prolongado. Hasta ese último trabajo Bowie promediaba un disco cada dos años desde su debut en 1969. David Robert Jones se ha olivado cómo ser Bowie. Al menos, presuponemos, es una elección, un retiro.
El destierro es más doloroso. Recientemente escribía en esta misma web sobre el destierro de Kathleen Turner. Los destierros forzados son castigos. Te expulsan de tu tierra, de tu negocio, de tu esencia. Te echan porque de pronto has dejado de encajar. El genial Sammy Davies Jr fue desterrado por alterar los pilares del convencionalismo norteamericano cuando él, negro como el carbón, se casó con el rubísima May Britt en 1960. Hubiera sido un retiro prolongado si Davis no hubiese sido Amigo Íntimo del “vicepresidente de EEUU”, Frank Sinatra. También existe el destierro emocional como es el caso Elia Kazan, que por delatar a sus compañeros del partido comunista durante la Caza de Brujas en Hollywood, fue castigado por sus compañeros de profesión y muchos de ellos le negaron el aplauso cuando recibió el Oscar Honorífico en 1998.
El fracaso de un triunfador es duro de ver, la forma más sanguinolenta de aniquilar un mito. A veces la gente muere y no te das cuenta, sucede poco a poco. Dejas de llamar, de quedar para ir al cine, al poco si quiera lo encuentras en la prensa, finalmente le olvidas, entonces ha muerto. Robert de Niro ha muerto. Un actor de la Vieja Escuela, un intérprete con tanto talento y con cotas tan altas de arte cinematográfico, que su reciente trabajo debería ir con el prescriptivo cartel de “avisamos que este material puede herir su sensibilidad”.
De Niro tuvo la mejor racha interpretativa de la historia del cine, personajes tremendos, papeles para un elegido, la eternidad artística en guión. De este modo encaró consecutivamente los rodajes de “Malas Calles” (1973), “El Padrino II” (1974), “Taxi Driver”, “Novecento” (ambas en 1976), “El Cazador” (1978) y “Toro Salvaje” (1980). La gente pagaba la entrada al cine a sabiendas de estar tomando la elección correcta. De Niro brindaría todavía grandes tardes “La Misión” (1986), “El Cabo del Miedo” (1991), “Heat”, “Casino” (las dos de 1995), “Jackie Brown” (1997). De pronto un día el artista falló a lo grande “El fanático” (1996), un patinazo legitimo, pero hubo otro “Hombres de honor” (2000), nada importante. Después volvió a caer, “15 Minutos” (2001) “No está muy en forma”, cabía pensar. De Niro comenzaba a parecerse a La Mota, encajaba derechazos, pero se mantenía en pie. “Showtime” (2002) lo mandó a la lona, era evidente que no algo no funcionaba. Aquel tipo duro que imponía respeto salvaba las noches con humor, como La Mota. “Una terapia peligrosa” (1999) y “Los padres de ella” (2000) hubieran salvado el asunto de no haber venido precedidas por sendas secuelas, “Otra terapia peligrosa” (2002) y “Los padres de él” (2004). Aquello se estaba convirtiendo en una intriga, ¿cómo un actor tan bueno podía llevar tanto tiempo sin hacer una buena película? De Niro respondía pasándose al thriller, “El Enviado” (2004), El Escondite” (2005) o “El Buen Pastor” (2006). Todas ellas irrelevantes en la centenaria historia del cine. En 2009 De Niro y Al Pacino coincidían en los carteles de una misma película “Asesinato Justo”. Decepción por partida doble. Esa historia de detectives jubilados bien podría ser la suya.
Cada uno hace con su pastel lo que quiere, reparte sus trozos a su gusto, una porción grande para la Historia, un trocito para la Comedia y las migas para La Cartera. Y así, poco a poco, dejas de ir con él al cine, dejas de confiar en él. Al tiempo si quiera lees sobre sus trabajos. Luego, finalmente, te olvidas de que sigue vivo, y ha muerto. Se acabó su pastel, demos gracias a tipos como Hichtcock que estuvieron ahí para grabarlos.
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ALFONSO CARDENAL
Una verdadera pena uqe a De Niro le hayan tocado las migas tras atracones como Toro Salvaje (asi se puso de cebollon).
Un abrazo y felicitaciones por el articulo.
La peli de la que hablas es Hombre de Honor, entretenida para dormir la siesta. Al Pacino va por el mismo camino, Hoffman, Dafoe y tal también, pero creo que ninguno ha llegado al nivel que De Niro ha mantenido durante muchos años. Cuando vi “Showtime” casi lloro, que pena dan estas cosas. Gracias por tu comentario
Interesante. Lo pensé el otro día viendo una peli de marines de lso años 40, con Cuba Goldwing JR, que no sé como se llama. Y lo había pensado antes viendo al gran de Niro en Los padres de él, que bien, vale, pero coño. Peli en la que por cierto aparece otro grande metido a papeles un poco ridiculos, por caché y tradición, como es Dustin Hoffman. Lo mismo pensé al ver a Willem Dafoe, que nos puede sorprender con papelones como el de ‘Antichrist’, en Daybrakers, que así a priori parece la tipica caquita enlatada. Y Harrison Ford, un tio que reconoce que sigue currando por el puto dinero, y que hace pelis como ‘Medidas Extraordinarias’. Sinceramente, creo que hacen el ridículo y que arruinan su prestigio.