Recuerdos de Pêre Lachaise

manos_perelachaise_masquecineMe gustaría decir que llegué a Pêre Lachaise por casualidad, hubiera sido bonito. En realidad lo estaba buscando, como tantos otros mitómanos y melómanos, buscando a Jim Morrison. En fin, supongo que no soy tan original como me supongo. Tampoco es que visitar cementerios de ricos sea uno de mis hobbies habituales. Iba a ver a Jim, cierto, pero la sorpresa fue más allá de los nombres famosos, de la idea de venerar la vida más allá de la muerte, en realidad Pêre Lachaise es un sitio especial, agradable. También un ostentoso recuerdo de lo que uno fue.  ¿Qué pueden tener en común Oscar Wilde, Jim Morrison, Balzac o Edith Piaf? Qué puede hacer que todas esas vidas acaben juntas en la muerte, París, amigos, la vasta ciudad de las mil luces. Supongo que como en “Paris Je t Aime”, la ciudad es el imán de la belleza; la artística, la visual, la palpable, la espiritual y también la fúnebre.

tumbamusgo_perelachaise_masquecinePaseas entre muertos y es hermoso, sorprendentemente huele a vida, a flores que crecen entre tumbas, musgo surgiendo de las lápidas. Hay voces, gente paseando, parisinos y extranjeros, amigos de los muertos y curiosos turistas buscando la foto, el recuerdo.

Hay cervezas en la tumba de Jim, también gente, mucha, alguno fumándose un porro a la salud del cantante, otros guardan silencio, no hay música, al menos hoy. Otros días vienen con guitarras y entonan sus versos. Recuerdan esos lagartos, esos desiertos áridos, esa provocación y rebeldía.

wilde_perelachaise_masquecineA Oscar Wilde le dejan besos, decenas de chicas se pintan los labios y dejan su recuerdo en el ángel alargado de piedra que guarda sus restos. Hay palabras escritas, pero no hay gente. Al menos hoy.

La de la pobre Edith Piaf es conjunta, no descansa sola. Pero nació sola, la recogieron en un portal apenas a unas calles de distancia. Es curioso nacer y morir tan cerca y sin embargo recorrer tanto camino.

Hay muchos muertos que desconozco, algunos fallecidos hace muchos muchos años, otros son muertos recientes, gente joven. También hay un gato, siempre hay gatos en los cementerios. Desconozco los motivos. Tal vez los suelten aposta para que no haya ratas. No lo sé. No se puede saber todo.

Cae la noche en París. Lentamente los rayos del sol desaparecen entre los edificios y Pêre Lachaise ya no tiene un aspecto tan agradable. Varios guardias tocan campanas que recuerdan a los turistas que las atracciones cierran, hay que dejar descansar a los muertos, dejarles solos un rato para que paseen por la noche, pero esa es otra historia.

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TEXTO: ALFONSO CARDENAL

FOTOS: VANESSA PASCUAL

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