El Bluegrass unió a Elise y Didier; la curiosidad, un concierto, una actitud y un modo de vida. Durante años fueron una pareja en perfecta sintonía tanto en su vida cotidiana como en los escenarios que comparten, cantando a dúo en la banda Country de él. Pero el círculo se rompió.
Y al final lo extraño resulta ser cómo y en qué momento pudo llegar a unirse; el amor, la pasión, la dedicación, la fascinación del vaquero, el atractivo de la tinta de color en la piel… Con el nacimiento inesperado, pero querido, de su hija Maybell componen una foto de familia espectacular.
La vida les sonríe durante años. Pero el círculo se rompe. Y el cáncer que se le diagnostica a la pequeña acaba arrasando con todo y con todos; la tragedia hace sacar lo (mejor) y lo peor de cada uno de los protagonistas, manifestando sus creencias más acérrimas y dudas existenciales entorno a la muerte, la religión, la ciencia y la evolución, y el falso mito de los EEUU como tierra soñada de libertades. El círculo nunca más se cierra.
La música, el Country, el Bluegrass, las cuerdas, son el leivmotiv de la vida en común de Elisa y Didier; él, demasiado torpe para la guitarra o la mandolina, toca el banjo de tradición judía y ella, chica de vida moderna y muy de la tierra, canta como los ángeles. Pero el círculo se rompió. Sin darse cuenta el Bluegrass les sirve de arma y escudo para cantarse las verdades que no se dicen.
La banda sonora compuesta íntegramente por Bjorn Eriksson es una maravilla y es parte fundamental de la película que, de algún modo definiría como un drama armónico, melódico, fascinante, en el que las canciones actúan de narrador en primera y tercera persona, aportando un valor esencial al hilo argumental.
No es un musical. Tampoco es una historia de amor al uso. La interpretación de Veerle Baetens (Elise) y Johan Heldenbergh (Didier) es alucinante y traspasa la pantalla; las escenas de sexo hacen sudar las manos en la butaca y la tensión y el dolor se agarran a la garganta.
Es un drama. Un dramón, trágico y transcendental que lleva al extremo la integridad de los protagonistas y remueve tripa y conciencia de los espectadores. Magníficamente narrado (fotografía preciosa y gran sensibilidad en el detalle) a base de trazos inconexos que sólo cobran sentido escritos en letra cursiva. El círculo se cerró.
‘Alabama Monroe’ (The Broken Circle Breakdown, 2012), dirigida por Felix Van Groeningen, se ha estrenado en España el 14 de febrero.
SARA SÁNCHEZ
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