“Se me va la olla desde los doce años” me comentaba Adam Green hace unos años en una entrevista, no es de extrañar. A los 15 años, Adam Green, grababa el primer EP de la banda que compartía como Kimya Dawson (The Moldy Peaches) y ya entonces se podía adivinar que aquel precoz músico era un tipo diferente. Desde aquellos días adolescentes de antifolk ha llovido, se disolvieron The Moldy Peaches y posteriormente, Green, se lanzó en solitario para grabar seis álbumes de estudio que ahondan en gran variedad de géneros y en letras surrealistas en canciones siempre breves.

En los escenarios se presentaba borracho, ocurrente, divertido y siempre sorprendente. Sus conciertos recorrían su peculiar cancionero entre bailes patosos, discursos incoherentes y toda la retahíla de gamberradas que pasaban por su mente. La canción que la actriz Ellen Page eligió para ‘Juno’ lanzó a la fama a su disuelto grupo y puso a Green en boca de nuevos oyentes que se acercaban por primera vez a su música.

Este año Adam Green cumple treinta años, pero su espíritu sigue siendo el mismo, o al menos eso quiere enseñarnos su amiga Dima Dubson. La artista visual ha pasado un año siguiendo a Green por el mundo para mostrarnos en “How to act bad” la otra cara, o no tanto, del músico neoyorquino. Este peculiar documental, que todavía busca inversores/donantes para poder ver la luz, es uno de los proyectos recientes de la hiperactiva carrera de Adam Green. “How to act bad” sigue al cantante por Europa, en sus actuaciones, en los ratos ociosos, en los viajes y muestra el lado más gamberro y salvaje de Green. Un lado que da para muchas horas de metraje. Pero también se adentra en los nuevos proyectos del músico, su carrera pictórica y la película que está dirigiendo y en la que aparecerán gente como Macaulay Culkin y Devendra Banhart y que lleva por título “The lake room”.

ALFONSO CARDENAL

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